Bienvenidos a la longevidad

Entrevistamos al Doctor Antonio Escribano, especialista en Endocrinología y Nutrición

La salud es una mezcla de nuestra genética, nuestros hábitos y algunas circunstancias favorables o infortunios irremediables.

“Potencia tus defensas” es el último libro del Doctor Antonio Escribano.

Considerado como un endocrino de referencia, ejerce de nutricionista con conocimiento, de divulgador con palabras y sin ambages, y sin rodeos cuando inventa papillas milagrosas o croquetas sin aceite.

En su anterior publicación, “Dieta para el cerebro”, dejó claro cómo retrasar el envejecimiento y aumentar la expectativa de vida entre 12 y 14 años.

¡Bienvenidos a la longevidad!

NUTRICION ENTREVISTA ANTONIO ESCRIBANO (I)

En su último libro habla del sistema defensivo de nuestro organismo ante las amenazas de agentes externos, virus, bacterias…¿no será mejor no abrir la boca?

Expreso en el libro que desde que nacemos estamos expuestos a múltiples agresiones de agentes externos, bacterias, hongos, virus…pero lo cierto es que disponemos de conocimiento suficientes para con la alimentación y los hábitos y comportamiento adecuado…

Cuando un germen de cualquier tipo entra en el organismo se plantea toda una batalla contra él. O nos vence o le vencemos.

¿Cómo puede influir la calidad de la alimentación en nuestra respuesta ante un virus o bacteria en nuestro organismo?

La calidad, proporción y cantidad de los alimentos que ingerimos es fundamental.

Poca cantidad de glucosa es mala para el cerebro, pero mucha también, de forma que hay que ajustar bien la cantidad y calidad de los hidratos de carbono de la alimentación, porque de ellos se va a obtener la glucosa necesaria.

El oxígeno es un componente del aire atmosférico que entra por la respiración y será el que finalmente intervendrá en la combustión de la glucosa.

Las capacidades cognitivas y su deterioro es inevitable. ¿Hay una “dieta para el cerebro” que nos haga retrasar o enriquecer facultades en el proceso de envejecimiento?

He querido expresar que no hay que “dar por hecho” que de forma natural se produzca un deterioro de las funciones cerebrales con la edad, como algo inevitable.

En los tiempos actuales las personas mayores pueden mantener sus capacidades cognitivas a pleno rendimiento e incluso con el factor añadido de la experiencia como un “plus”, en mejores condiciones que mucha gente joven.

Se está derrochando muchísimo talento estimando los 65 años, por ejemplo, como un límite a la utilidad intelectual.

Habla en sus libros de la importancia de la genética y el equilibro de lo que comemos, hacemos y pensamos. ¿Habrá que redescubrir nuestros antecedentes históricos para planear un programa de seguridad alimentaria del futuro?

La salud es una mezcla de nuestra genética, nuestros hábitos y algunas circunstancias favorables o infortunios irremediables.

Cada vez toma más relevancia la importancia de “lo que hacemos” a lo largo de nuestra vida para mantener esa salud. Dentro de esto están nuestra alimentación, actividad física, sueño, actitud mental, tabaco, drogas, alcohol, etc.

¿Se comporta, activa y reacciona igual el cerebro del hombre al de la mujer ante un estímulo alimenticio o un sabor nuevo, por ejemplo?

Exceptuando algunos momentos puntuales relacionados con las hormonas y la interacción de estas con otras como la insulina o el cortisol, las reacciones son muy parecidas.

Muchas de las reacciones ante la alimentación dependen de los estados de ánimo y del sistema nervioso y estos a su vez de los neurotransmisores, y a ese nivel hay muchas similitudes y pocas diferencias.

¿Es cierto, que nuestro cerebro se “emociona” cuando comemos? Según un estudio del Departamento de Fisiología de la Universidad Miquel Hernández, las experiencias vividas influyen notablemente en la reacción que tiene lugar en el cerebro al probar alimentos.

Por ejemplo, con el cocido, “ya que el cerebro va a emocionarse doblemente” se asegura en el estudio.

La palabra “emoción” puede inducir a error, al remitirse a sensaciones afectivas más que a otra cosa.

Como hemos indicado antes los neurotransmisores están muy implicados en la alimentación tanto al principio, al intervenir en los comportamientos alimentarios, como después de ingerir alimentos y la interacción entre la memoria olfativa y gustativa y la relación y asociación de estas con la parte cognitiva del sistema nervioso central.

Todo esto puede desarrollar una “sensación afectiva” en relación al tipo de alimento o receta que tengamos delante.

Es interesante que cuando habla sobre los recuerdos y el olvido hace referencia a la influencia de las nuevas tecnologías. ¿La tecnología está robando nuestros recuerdos?

Las nuevas tecnologías son algo fantástico y yo personalmente he vivido todo el proceso de implantación y desarrollo de la gran mayoría y siempre procuro estar al día de todo lo que surge.

Pero como ha sido todo tan rápido, se ha producido un cierto “empacho” en la capacidad de discriminar y de digerir todo lo que ha venido.
Cuando yo estudié la carrera de Medicina, años 70, no existían ni siquiera las fotocopias y qué decir de todo lo demás.

Tuve la gran fortuna de iniciarme en la informática en los inicios de los años 80 y desde entonces hasta ahora siempre he ido al paso de cada novedad. Conservo ordenadores de los primeros hasta los de última generación.

Hay tecnologías extraordinarias y otras que no hacen más que fomentar conflictos y pérdidas de tiempo que comprometen y agobian mucho más que ayudan. Las nuevas tecnologías son para usarlas y facilitar nuestra vida, no para que nos usen a nosotros y nos la compliquen.

¿Qué importancia porcentual tiene la alimentación en la prevención de las enfermedades neurodegenerativas?

Pienso que tiene gran importancia. En los alimentos hay compuestos bioquímicos y moléculas con átomos que determinan la funcionalidad de nuestro cerebro, desde su desarrollo hasta los detalles más íntimos y concretos de su funcionalidad.

¿Cómo puede influir el cerebro en los factores de riesgo de malnutrición, cada vez más frecuentes entre los ancianos?

La alimentación en los ancianos es algo determinante en su salud y en la evolución de todos los procesos fisiológicos y patológicos que tiene lugar en las personas mayores.

A la alimentación de las personas mayores hay que prestarle una atención detallada y minuciosa ya que a veces, por múltiples factores o circunstancias, dejan de ingerir determinadas moléculas que van a influir decisivamente en su vida.

Con los conocimientos que actualmente tenemos sobre la bioquímica de la alimentación en relación al cerebro, defensas, enfermedades crónicas, etc., es una lástima que no se desarrolle con mucha más profundidad una alimentación para las personas mayores en la que tengan en cuenta no solo los aspectos gastronómicos, sino en mucha más medida y con mayor profundidad los aspectos bioquímicos.

Aparte de macronutrientes, vitaminas, minerales, etc., hoy día conocemos la presencia de péptidos bioactivos, aminoácidos, neurotransmisores, nucleótidos, y un largo etc., que están presentes en las moléculas que componen determinados alimentos que influyen de manera determinante en los procesos de envejecimiento, deterioro cognitivo, memoria, inmunidad e inmunosenescencia, enfermedades crónicas, etc., que merecen que la alimentación de las personas mayores entre en el campo del “diseño alimentario” funcional y bioquímico específico y concreto para esa fase de la vida.

La mayoría de los casos de Alzheimer, aseguran los expertos, comienzan con fallos de memoria, pérdida de capacidad de cálculo o dificultad para vestirse. ¿Existe algún aspecto relacionado con la alimentación?

A veces se produce un cierto deterioro sensorial en relación a los sabores y olores que, como una manifestación más de la alteración cognitiva, precede a síntomas más llamativos como el cálculo, aseo, etc.

Esto determina en algunos casos que se produzcan déficit de vitaminas, minerales, etc., motivados por la negativa a consumir determinados alimentos.

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