Feliz centenario, Ana

“Ana Pérez Roca nació un 18 de abril de hace ahora justo un siglo en la pequeña y entrañable localidad de Lucainena de las Torres en el seno de una familia humilde y trabajadora.  Hace unos días celebraba por sorpresa en la residencia Ballesol de la capital su cumpleaños con el personal sanitario de esta empresa geriátrica. Un gesto que consiguió arrancarle una sonrisa.” Así empieza el artículo de Norberto López en el Diario de Almería. 

Fue quizás el cumpleaños más extraño que Ana ha podido vivir, pero no por ello le faltó cariño de todos los que la quieren y mimos de todo el personal. Sus dos hijos, José (63 años) y Ana (60 años) no pudieron estar con ella por las circunstancias que estamos todos viviendo, pero pudieron regalarle un enorme ramo de flores y compartir su día a través de una videollamada de Skype. 

 

“Fue muy triste tener que celebrar su cumpleaños únicamente por videoconferencia pero tenemos que agradecérselo a la residencia Ballesol porque es un gesto muy bonito que quedará grabado en mi corazón para siempre”.

añade su hija Ana al preguntarle sobre esta celebración tan especial en todos los sentidos. 

Nuestra querida Ana celebró sus 100 años con el mismo espíritu de amabilidad y alegría que le corresponde. 

“sigue siendo tan buena y cariñosa como siempre. Aunque ya no habla, te mira y sabe quién eres y en esos ojos aún se refleja su bondad y cariño” dice su hijo José. 

Y no nos extraña que la quieran y la admiren tanto. Norberto Lopez describe la vida de Ana como un ejemplo de sacrificio, trabajo y esfuerzo. 

“Desde pequeña ya tuvo que ayudar a sus padres en las tareas del hogar y también a cuidar y criar a sus hermanos. No tuvo oportunidad de pasar demasiado tiempo en la escuela “pero era una mujer muy inteligente”. Ahí forjó su carácter altruista con el que muchos vecinos de Gádor la recuerdan pese a que ya no la ven pasear por las calles de la Villa.”

Ahora, vive rodeada de cariño y paz, con 4 nietos y 7 bisnietos que la llenan de abrazos y besos cada semana. Cuando no están, la acompañan el equipo de Ballesol cuidando de ella y disfrutando de su compañía. 

“La trasladamos a la capital a la residencia Ballesol de Almería para estar más cerca y desde entonces ha recibido los mejores cuidados imaginables de un equipo humano extraordinario” dice Ana hija. 

Todo el equipo de Ballesol está emocionado de celebrar este centenario con Ana y, como dice Norberto López, si la Guerra Civil y las décadas de posguerra de hambre y miseria no pudieron con ella, tampoco lo va a hacer este virus. 

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